Asociación para la defensa de la sanidad pública

¡ASÓCIATE! rellenando este formulario o llamando al teléfono: 913339087

Síguenos en:

Síguenos en:

Asociación para la defensa de la sanidad pública

¡ASÓCIATE! rellenando este formulario o llamando al teléfono: 913339087

Vacunación frente a la covid

 

 

A riesgo de contribuir al hartazgo social sobre la pandemia, voy a hablar de VACUNAS COVID. Esta semana, en Salamanca, se ha cerrado el centro de vacunación masivo del Multiusos. La campaña de vacunación ha sido un éxito. Habiendo completado ya las convocatorias en todos los grupos de edad, muchas de las personas que aún quedan por vacunar es porque rechazan la vacuna por diferentes motivos.

Como profesional sanitaria, siento la responsabilidad de aclarar ciertas dudas, siempre desde el respeto a toda persona a tomar una decisión libre sobre su cuerpo, pero exponiendo igualmente mi reflexión personal; al fin y al cabo, ¿quién puede ser plenamente imparcial y objetivo?

Ante los argumentos de que «las vacunas no evitan que te contagies», «sólo hacen que lo pases de forma asintomática» o «no evitan que se trasmita el virus», me gustaría matizar que, según los estudios hasta la fecha, las vacunas reducen el riesgo de contagio, disminuyen las probabilidades de desarrollar enfermedad grave y, por tanto, de fallecer por COVID y sí disminuyen la capacidad de trasmisión a otras personas.*

Otro argumento importante es el de no querer contribuir a empoderar a unos pocos gigantes farmacéuticos que sólo buscan su beneficio económico. Este argumento me resulta muy interesante, pues siendo una férrea defensora de la sanidad pública, creo que los servicios farmacéuticos deberían ser también públicos. Para que el sistema sanitario vele por el bienestar social debe ser un sistema libre de especulaciones económicas. Sin embargo, no creo que la vacunación frente a la COVID sea la mejor pieza para focalizar la lucha frente a la mercantilización de la salud, puesto que el impacto en esa línea es mínimo y en el coste a nivel epidemiológico es alto.

No se conocen los efectos secundarios a largo plazo. Muy buen argumento, y veraz. No se conocen los efectos secundarios a largo plazo, pues los estudios realizados no van más allá de un año de seguimiento. TODO fármaco o producto sanitario pasa por una serie de fases de investigación, y la última siempre es el seguimiento post-comercialización. Cuanto más tiempo pase, más experiencia de uso y más garantías.

Las vacunas frente a la COVID han ido superando todas las fases (a veces superpuestas, asumiendo riesgos económicos) hasta ser aprobadas de forma «condicionada» por la EMA y el resto de agencias estatales. Esto quiere decir que «ante la situación actual (recordemos: pandemia mundial en la que han muerto más de 4 millones y medio de personas, se ha paralizado el mundo y nos ha sumido en una gran crisis, no sólo económica, sino también política y social), los potenciales beneficios superan los potenciales riesgos». Quizás en el caso de que los potenciales beneficios no fueran tan altos, se hubieran exigido ensayos clínicos más largos para dar más garantías. Sin embargo, nos guste o no, lo notemos más o menos en nuestro día a día o nuestro micromundo personal, estamos en una situación en la que el tiempo son vidas, y asumir cierto exceso de riesgo es razonable.

Pero, ¿cuánto exceso de riesgo compensa el beneficio? ¿Cuánto más riesgo estamos asumiendo? ¿Estoy asumiendo más riesgo al vacunarme frente a la COVID que al tomarme a diario un listado interminable de fármacos –cada uno de los cuales tiene una larga lista de efectos secundarios e interacciones descritas– para que los diferentes parámetros de mi analítica se ajusten a los estándares de normalidad? ¿Estoy asumiendo más riesgo yendo a 120 km/h por nacional o consumiendo drogas, legales o no legales? No podemos saberlo, porque hablamos de situaciones supuestas muy difíciles de cuantificar. Con estas preguntas no intento señalar ni culpabilizar a nadie, sólo quiero exponer que a diario asumimos riesgos para nuestra salud sin apenas reparar en ello. Quizás porque, inconscientemente, ya hemos hecho uso de nuestra balanza mental y hemos decidido que nos compensan.

El problema está en que sólo consideramos los beneficios y riesgos individuales. Lo hacemos todos y todas, no estamos acostumbrados a tener una conciencia social que guíe nuestros actos cotidianos. Muy poca gente es capaz de sacrificar parte de su bienestar individual por un beneficio común.

Trasladado al ámbito profesional, los facultativos clínicos no estamos tampoco acostumbrados a tener en cuenta la Salud Pública en nuestro día a día laboral**. Pensamos en los riesgos y los beneficios de nuestro paciente individual. Sin embargo, a pesar de que siempre hay que individualizar para dar una recomendación concreta a cada persona, esta vez la enfermedad es global y el enfoque también debería serlo.

Cristina Cabrera

 

NOTA: Hace poco leí un artículo en el periódico ‘Bueno y Vegano’, nº 48-sept2021 sobre otro argumento para la comunidad vegana muy interesante, os dejo el enlace: https://www.buenoyvegano.com/wp-content/uploads/2021/08/BuenoyVegano_Septiembre_2021.pdf.

 

* Artículos en los que me baso:

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2110345, https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3815682,

https://www.eurosurveillance.org/content/10.2807/1560-7917.ES.2021.26.31.2100640,

https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.03.11.21253275v1.

** Al hilo de esto: https://www.redaccionmedica.com/opinion/pere-camprubi/ni-medicina-preventiva-ni-una-salud-hablemos-de-ecosalud–5219

Compartir en email
Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en linkedin
Compartir en pinterest
Compartir en whatsapp