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La Junta de Castilla y León parece estar empeñada en sacar adelante como sea, y de forma inmediata, las denominadas “unidades de gestión clínica” y para ello va a modificar el marco legal obligada por una sentencia judicial que había declarado ilegales las dos unidades que ya existían en Castilla y León. Además parece haber consensuado el nuevo decreto con la CESM, aunque otros sindicatos como C.C.O.O. o UGT se han manifestado en contra y SATSE aún está por ver que actitud adopta.
La gestión clínica no es otra cosa que, una vez establecido el techo y el presupuesto sanitario (cuanto se gasta) por los políticos, trasferir parte de la gestión de los recursos sanitarios a los propios clínicos, idea que a priori parece acertada ya que en el día a día son los propios clínicos quienes deciden mayoritariamente el gasto sanitario (como y en que se gasta).
Tradicionalmente ha existido una desconfianza por parte de los políticos respecto de los médicos, que dio lugar a la introducción de gestores “políticos” sin ninguna formación específica en la sanidad, un modelo que ha fracasado. Ahora parece que se busca un acercamiento, más por necesidad que por convicción. De esta forma la administración y los gestores sanitarios pretenden hacer recaer sobre los clínicos el éxito o fracaso de la gestión sanitaria. Ellos conservan el control y si el experimento sale bien se pondrán las medallas y si sale mal será culpa de los médicos.

En este contexto es necesario señalar, para que lo conozca la opinión pública y los propios clínicos que, para poder gestionar los recursos deben darse una serie de circunstancias que hoy no se dan y que cuando se pregunta por ellas a las autoridades sanitarias contestan con vaguedades como “se está en ello”, “tratamos de resolverlo”, etc. Comentaremos brevemente tres aspectos.
1.- Los clínicos están dispuestos a aceptar el reto pero señalan repetidamente, en cuantas reuniones tienen con la administración, que no están suficientemente formados en gestión, por lo que solicitan también repetidamente la formación que necesitan para poder gestionar con eficiencia dichas unidades. Si se pone al frente de las unidades a profesionales sin formación específica se repetirá lo que sucedió con la implantación de las gerencias de salud hace muchos años, que los directivos nombrados con criterios políticos no estaban formados. De aquellos polvos viene estos lodos.
2.- En el momento actual el SACyL no dispone de un sistema de información que permita analizar que se gasta y en que y tampoco dispone de indicadores y sistemas de medida de estos indicadores que sean fiables. Entonces ¿qué se va a medir y como se va a hacer? Mientras no exista un sistema informático que permita conocer toda la información parece imposible que se pueda evaluar la eficacia y la eficiencia de las unidades de gestión clínica. Ello significaría que se mantendrían las circunstancias en las que se planifica la actual gestión sanitaria y que está enormemente alejada de las necesidades sentidas por la población y por los profesionales: la administración solo mide lo que quiere medir, no lo que se hace realmente.
3.- Otro aspecto enormemente importante para la racionalización de los recursos, no ya para poder realizar la gestión clínica sino para mantener un mínimo de calidad en la asistencia, es la disponibilidad de una historia clínica electrónica unificada para toda Castilla y León, que hoy no existe. Si ello las unidades de gestión clínica tampoco son viables.
Por cierto, ¿qué sucede en la sanidad de Castilla y León con la informática para que a pesar de los numerosos y suculentos contratos parciales realizados con empresas privadas no exista una historia clínica electrónica común y para que los sistemas informáticos de los que se dispone sean ineficaces después de todo el dinero invertido? Alguien debería explicar esto, o en su defecto alguien debería investigar que intereses hay detrás.
En todo caso y volviendo a las unidades de gestión parece razonable que antes de crear unidades que no dispongan de los recursos humanos y técnicos necesarios para funcionar correctamente se creen las condiciones necesarias para su puesta en marcha. Lo contrario se dice por estas tierras que es poner el carro delante de los bueyes, es decir precipitarse, invertir el orden lógico y razonable de las prioridades, valorar equivocadamente lo adjetivo sobre lo sustantivo, y la sabiduría popular castellana siempre o casi siempre tiene razón.

 

Publicado en El Norte de Castilla Septiembre 2014

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