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NOTICIA DE PRENSA

Vicente Gil, Joan Barrubés, Juan Carlos Álvarez y Eduard Portella, directivos de la consultora Antares han hecho público un Informe en el que señalan que desde el punto de vista de la evidencia científica, el sistema sanitario necesita reformas estructurales y no más copago.

Porqué no más copago:

Si la motivación es regular la demanda y la sobreexplotación de los servicios, «existen medidas más eficaces como la gestión de la atención a pacientes crónicos, el desarrollo de dispositivos sociosanitarios alternativos a la hospitalización convencional o la inversión en prevención y estilos de vida saludables», y  si la motivación es obtener mayores recursos financieros para la sanidad, «estaremos inyectando más recursos a un sistema que presenta todavía problemas de eficiencia, sin rediseñarlo ni haber agotado el potencial de los copagos existentes»

Diez medidas para conseguir la sostenibilidad del sistema:

» Las medidas que sugerimos actúan sobre las causas que provocan el crecimiento del gasto sanitario por encima del crecimiento de la riqueza nacional año tras año. Y deben aplicarse sin demora, con rigor y perseverancia»

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DIARIO MÉDICO DE 11 SEPTIEMBRE 2010

Sostenibilidad financiera del sistema sanitario

Antes reformas estructurales que más copago

El Gobierno catalán y algunos expertos presionan por ampliar el copago en el Sistema Nacional de Salud (SNS) con el objeto de mejorar su sostenibilidad, pero la evidencia científica no apoya la eficacia de esa polémica e impopular medida; tampoco parece racional recurrir a ella directamente sin haber aplicado antes las muchas reformas estructurales que hay pendientes.

Introducir nuevos copagos en el Sistema Nacional de Salud (SNS), tal y como llevan defendiendo meses e incluso años variors actores, entre ellos el Gobierno catalán, es una solución al actual problema de la sostenibilidad altamente cuestionable: la evidencia científica tiende a desaconsejarlo porque resulta difícil separar la noción de uso adecuado y no adecuado de los servicios y afecta a la equidad en el acceso y, además, es caro de administrar, especialmente cuando se introducen exenciones para no penalizar a las rentas bajas.

Si la motivación es regular la demanda y la sobreexplotación de los servicios, «existen medidas más eficaces como la gestión de la atención a pacientes crónicos, el desarrollo de dispositivos sociosanitarios alternativos a la hospitalización convencional o la inversión en prevención y estilos de vida saludables», según Vicente Gil, Joan Barrubés, Juan Carlos Álvarez y Eduard Portella, directivos de la consultora Antares. Y si la motivación es obtener mayores recursos financieros para la sanidad, «estaremos inyectando más recursos a un sistema que presenta todavía problemas de efi ciencia, sin rediseñarlo ni haber agotado el potencial de los copagos existentes. Esto implica cargar sobre las espaldas del usuario un desajuste que en realidad generó el propio sistema ya hace muchos años».

Con ese argumento, los cuatro expertos se pusieron manos a la obra antes del verano y recogieron las diez medidas estructurales que, a su juicio, mejor garantizarían la sostenibilidad del SNS a largo plazo; y, basándose en la evidencia científica y en datos oficiales del SNS, calcularon su posible impacto económico anual (ver cuadro), que han fijado en 9.872 millones de euros en total, «siendo muy conservadores».

Compartido por otros
Las diez medidas que han seleccionado, en su mayor parte conocidas y defendidas por muchos otros expertos, las detallan en el informe Sostenibilidad financiera del sistema sanitario, que han enviado a todos los responsables ministeriales y autonómicos y a 7.000 personalidades del SNS y que en octubre presentarán en la sede de Esade en Madrid.

«Las medidas que sugerimos actúan sobre las causas que provocan el crecimiento del gasto sanitario por encima del crecimiento de la riqueza nacional año tras año. Y deben aplicarse sin demora, con rigor y perseverancia», defienden.

Entre el corto y el largo
Sugieren medidas a corto, medio y largo plazo, como las siguientes: que la evaluación de tecnologías se extienda al conjunto de la cartera de servicios y los resultados de la evaluación sean vinculantes; segmentar la población según el grado de su patología y aplicar diferentes modos de atención a cada grupo; que la atención y gestión del espacio sociosanitario se produzca de manera integrada y de forma cooperativa; invertir en prevención de las enfermedades cardiovasculares y el ictus, el cáncer, la diabetes y el sobrepeso y la obesidad; implantar modelos de servicios compartidos mediante la alianza de varias organizaciones; reordenar la oferta de hospitales universitarios, separando el concepto de hospital terciario del de docente; implantar las 22 practicas seguras simples recomendadas por agentes gubernamentales para la prevención de efectos adversos en pacientes hospitalizados, e identificar las TIC con contribución potencial en calidad y eficiencia, y racionalizar la inversión y los gastos asociados.

No aplicar reformas de este tipo puede resultar mucho más caro que hacerlo: ajustes presupuestarios, revisión de derechos y prestaciones e incremento de la fiscalidad. 

 

LOS RECURSOS HUMANOS TAMBIÉN SON SUSCEPTIBLES DE INTERVENCIÓN

El Sistema Nacional de Salud (SNS) gastó en 2007 un total de 27.306 millones de euros en recursos humanos (45,4% del total del presupuesto) y esta partida tiene un ritmo medio de crecimiento anual del 10,48 por ciento. «No ponemos en duda que las retribuciones de los sanitarios españoles están por debajo de otros países de nuestro entorno europeo (Francia, Inglaterra, Italia o Suecia, e incluso de algunos con un PIB inferior, como Portugal), pero también es cierto que las retribuciones (en España) corresponden a una jornada laboral anual inferior a la realizada en otros países», explican los directivos de Antares Consulting en su propuesta. Y van al grano, lo que resulta una novedad, ya que pocos expertos nacionales se muestran dispuestos a hablar claro sobre este particular: las tasas de absentismo laboral en el sector sanitariopúblico oscilan entre un 9 y 12 por ciento, mientras que la media española fue del 5,3 por ciento en 2009; las horas de actividad asistencial directa (dedicadas a la atención al paciente) respecto de las horas totales contratadas (actividad asistencial más docencia, investigación, gestión o IT) se sitúan en proporciones alrededor del 50-57 por ciento, y hay una gran diferencia en el rendimiento intracentros (entre especialidades o unidades de un mismo centro pueden oscilar entre el 50 y el 80 por ciento) e intercentros (en una misma especialidad se pueden ver variaciones entre hospitales de entre un 61 y un 100 por cien).Por eso sugieren: incrementar progresivamente la jornada anual en dos horas semanales con el fin de alcanzar las 1.680 horas anuales, e incrementar el rendimiento en el mismo porcentaje, lo que supondría un ahorro de 3.102 millones anuales (11,4 por ciento de la masa salarial del SNS).

Y EN EL CI…

En su reunión de marzo, el Consejo Interterritorial (CI) aprobó 24 medidas en materia de calidad, equidad y cohesión; eficiencia y gasto sanitario a corto plazo, y a medio plazo a estudiar en 2010. Del conjunto de iniciativas, sólo destacó una relativa a los medicamentos por su concreción (su resultado fueron dos decretos seguidos, con un impacto de 1.500 y 1.300 millones de euros). Luego el Gobierno central aprobó la reducción en un 5 por ciento de las retribuciones de los empleados públicos, lo que también afectó a los sanitarios.Los cuatro expertos de Antares creen que lo aprobado por el CI difícilmente contendrá el crecimiento del gasto sanitario en los próximos años pues incide muy poco en la causa del incremento. «Es como tratar la fiebre en vez de la enfermedad», han apuntado. Y también recuerdan: «En España ha habido 25 reformas en 15 años y nunca ha bajado el gasto; ya es hora de aplicar reformas que hayan demostrado eficiencia». Como ejemplo a tener en cuenta destacan el de Estados Unidos: en los últimos quince años, con un mayor gasto sanitario en porcentaje del PIB, se han adoptado sucesivas medidas de contención, pero todas ellas han afectado o a los precios o a la inflación sanitaria. El resultado de esas medidas ha sido siempre el mismo: una contención del gasto durante el año siguiente a la implantación y un nuevo crecimiento a partir de ahí.

 

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