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El sesgo de género se define como «la diferencia en el tratamiento de hombres y mujeres con un mismo diagnóstico clínico, pudiendo  tener  consecuencias  positivas,  negativas  o  neutras para la salud».

Había y hay una idea errónea de que la enfermedad es igual en hombres que en mujeres. Todo ello relacionado con el hecho de que se han aplicado a las mujeres conclusiones de ensayos clínicos en los que participaban mayoritariamente hombres. En este sentido hemos incurrido en un sesgo de investigación biomédica: históricamente las mujeres estuvieron excluidas de los ensayos clínicos, entre otras cosas por el miedo al daño fetal. La FDA en 1994 ya hizo unas recomendaciones desde el punto de vista de la perspectiva de género: los ensayos clínicos deben contar con un número de mujeres que represente el porcentaje de la enfermedad en la vida real. Escuchando una entrevista a la dra M T Ruiz Cantero ( catedrática de medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Alicante) me ha sorprendido hasta qué punto esta falta de inclusión de las mujeres puede resultar un disparate. Lo describo a continuación porque no tiene desperdicio: resulta que un medicamento que era un estimulante del deseo femenino (flibanserina) tenía interacciones con el alcohol y para evaluar ese efecto secundario se hicieron pruebas en 25 voluntarios sanos, de los que solo 2 eran mujeres. ¿Cómo es posible que un medicamento que solo podía prescribirse en mujeres se probara más en varones?. Por otro lado, en los ensayos clínicos tampoco se tiene en cuenta el peso, el volumen de distribución (las mujeres tienen por regla general más grasa), la variabilidad hormonal y el ciclo menstrual… Incluir mujeres y tener en cuenta la variabilidad hormonal y el ciclo menstrual resulta sin duda más caro para los laboratorios de investigación.

También hay sesgos de diagnóstico. El ejemplo más paradigmático es el infarto agudo de miocardio, más inespecífico en sus manifestaciones clínicas en las mujeres (puede influir también la forma en que las mujeres explicamos lo que nos ocurre, un discurso quizá más a modo de relato, menos directo), por lo que los médicos muchas veces no reconocen esa patología e incluso si llegan a hacerles a las pacientes un ECG, puede que no tenga las clásicas alteraciones de la isquemia miocárdica aguda. Cuando actualmente la principal causa de muerte en las mujeres es cardiovascular, el estereotipo es que son los hombres los que sufren más infartos. Un avance muy interesante en este sentido fue que en 2016 se publicaron en Circulation por primera vez unas recomendaciones específicas para el manejo del infarto agudo de miocardio (IAM) en las mujeres.

Ante una misma enfermedad en hombres y mujeres, los diagnósticos pueden ser distintos. Ello conlleva retraso en el diagnóstico y por ende, en el tratamiento. Un ejemplo vendrían a ser las enfermedades reumáticas: históricamente pensamos que la afectación del esqueleto axial es más masculina, mientras que la artritis periférica es más típicamente femenina. En este sentido, hay retrasos en el diagnóstico de osteoporosis o artritis reumatoide en los varones, ya que son enfermedades que se atribuyen a las mujeres y por otro lado, el diagnóstico de espondiloartropatía es tardío en las mujeres, pues se etiqueta con frecuencia de fibromialgia. Otro ejemplo interesante: la enfermedad inflamatoria intestinal, muchas mujeres con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn  son diagnosticadas inicialmente de colon irritable.

También se describen sesgos en el esfuerzo diagnóstico y terapéutico.  En Estados Unidos en 1991 se publicó un estudio en el que se demostró que se hacían menos coronariografías a mujeres que a hombres, a igual edad y comorbilidad. Retrasos en el diagnóstico conllevan retrasos en el tratamiento adecuado.

Sesgos en la prescripción de fármacos: medicalización del malestar emocional en las mujeres: más analgésicos y psicofármacos  y, curioso, más frecuentemente prescritos por médicos varones.

Para finalizar, nos queda pendiente la enseñanza universitaria desde la perspectiva de género. He revisado los planes de estudio de la Facultad de Medicina de Salamanca y no hay ninguna asignatura específica, desconozco si en otras facultades existe.

Yo voy a intentar ponerme las gafas de la atención sanitaria desde la perspectiva de género ¿y tú?.

Referencias

– María-Teresa Ruiz-Cantero, Mar Blasco-Blasco, Elisa Chilet-Rosell, Ana M Peiró.  Sesgos de género en el esfuerzo terapéutico: de la investigación a la atención sanitariaFarmacia Hospitalaria, 2020 44, 109-113.

Entrevista a M. Teresa Ruiz Cantero. Podcast La mecánica del caracol.

Gloria Alonso

Articulo publicado en Salud a Diario.

 

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