Asociación para la defensa de la sanidad pública

¡ASÓCIATE! rellenando este formulario o llamando al teléfono: 913339087

Síguenos en:

Síguenos en:

Asociación para la defensa de la sanidad pública

¡ASÓCIATE! rellenando este formulario o llamando al teléfono: 913339087

El comienzo del curso de los alumnos de Medicina puede ser un buen momento para reflexionar sobre lo que significa ser médico hoy, próximos ya al primer cuarto del siglo XXI.
Habrá quien responda que la razón profunda del ser médico (la profesión) es la misma que la que existía en tiempos de Hipócrates, el afán de ayudar a nuestros iguales enfermos (del latín infirmus: el que no puede mantenerse firme / débil) y seguro ese es el motivo principal que impulsa a elegir esta profesión a los estudiantes, aún a sabiendas de su exigencia. Otros, sin embargo, contestarán que el ejercicio de la medicina (el oficio) ha cambiado de forma radical en los últimos años y que ahora está en un proceso de continua transformación y redifinición. Todos tienen razón.
Lo que tiene que ser un médico hoy, está determinado por lo que la sociedad actual espera de los sistemas de salud y la sociedad es hoy muy diferente de la de hace solo unos años (tiene más información, está más envejecida, las expectativas de salud son muy superiores,…) y además está en permanente proceso de cambio. De aquí que el ejercicio profesional no puede ser tampoco estable y está sometido a continuos vaivenes.
Es evidente que el médico hoy debe ser un profesional altamente cualificado en los aspectos técnicos y científicos para el desarrollo de su actividad. Y ¿cuál es esta? Si atendemos al Informe Hastings de 2001: 1.- la prevención de enfermedades y lesiones y la promoción y conservación de la salud; 2.- el alivio del dolor y el sufrimiento causado por males; 3.- la atención y curación de los enfermos y los cuidados de los incurables y 4.- la evitación de la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila.
Pero además en nuestros días el médico debe ser eficiente porque las posibilidades de gasto son finitas y lo que se consume con una decisión en un determinado paciente se detrae en la atención a otros; debe ser capaz de comunicarse bien; debe saber transmitir sus conocimientos; debe ser crítico en el estudio y saber investigar; debe ser un agente social de la salud, defendiendo el derecho de todos a la misma en igualdad de condiciones y, muy importante, debe ser “profesional”. El profesionalismo es la base del contrato de la medicina con la sociedad y exige situar los intereses de los pacientes por encima de los del médico y fijar y mantener unos patrones de competencia y de integridad siempre, lo que supone la exigencia de formación continuada durante toda la carrera profesional.
La sociedad espera mucho de sus médicos, pero la formación que reciben hoy no ha asimilado aún todas estas exigencias y no se ha adaptado a ellas. Por otra parte, la administración sanitaria tampoco está convencida de la necesidad de proteger un bien tan preciado y del daño que se hace al sistema si se utilizan políticas de recortes de personal en un terreno tan delicado.

Aurelio Fuertes Martín
Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública
Salamanca octubre de 2016

Compartir en email
Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en linkedin
Compartir en pinterest
Compartir en whatsapp