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     “En relación con la salud, nuestro código postal puede tener más importancia que nuestro código genético”. Esta es una frase que está de moda entre los epidemiólogos y que fue el título de un artículo publicado  en 2009 por James Marks (vicepresidente de la Robert Wood Johnson, una fundación sin ánimo de lucro dedicada a construir una América mas saludable)

     El artículo comenzaba así: “no somos un país sano”, refiriéndose a los Estados Unidos.  Marks se quejaba de que en su país algunos estadounidenses morirán 20 años antes que otros que viven a pocos kilómetros de distancia, debido a las diferencias en la educación, los ingresos, la raza, el origen étnico y dónde y cómo viven. Por ejemplo, es menos probable que los negros del barrio de  Harlem en Nueva York lleguen a los 65 años, que lo hagan los habitantes de un país tan pobre como Bangladesh.

         En 2005 la Organización Mundial de la Salud, creó la Comisión de Determinantes de la Salud. Entre los factores sociales, la Comisión destaca las malas condiciones de empleo como una mayor precariedad laboral, no poseer una vivienda digna y bien acondicionada, no disponer de agua limpia, la falta de servicios sociales o no tener recursos económicos, educativos y las oportunidades necesarias para llevar una vida saludable como lo tienen las personas en mejor situación económica, social o política.

.     Más ejemplos. En un artículo publicado por Vicent Navarro, expone las siguientes desigualdades en países de nuestro entorno: en la ciudad escocesa de Glasgow, la diferencia del promedio de años de vida entre los barrios más pobres y los más ricos es de 28 años, una cifra mayor que la diferencia existente entre Japón y Sierra Leona. Incluso en Suecia, uno de los países con menos desigualdades sociales, la diferencia en el promedio de años de vida entre los barrios ricos y los pobres es mayor que la existente entre Suecia (país rico) y Egipto (país pobre). También habla de España: una persona que vive en el barrio pudiente de Sant Gervasi, en la ciudad de Barcelona, vive ocho años más que una persona que vive en un barrio obrero como el Raval, en la misma ciudad.

        Nos hablan por tanto, de diferencias de mortalidad en tan sólo unos pocos km y nos introducen también en el concepto de las desigualdades sociales en salud. Las desigualdades sociales en salud son aquellas diferencias de salud injustas y evitables que aparecen como resultado de las distintas oportunidades y recursos a los que las personas pueden acceder en función de su clase social, género, país de nacimiento o etnia. Y estas desigualdades son graves y preocupantes porque causan un exceso de mortalidad y morbilidad.

       En nuestro país todos estos determinantes sociales han empeorado claramente desde el inicio de las políticas de austeridad. En poco tiempo veremos las consecuencias de la falta de atención a los 700.000 inmigrantes que se quedaron sin tarjeta sanitaria y las consecuencias del aumento de las desigualdades en salud, motivadas por el agravamiento de la situación sociosanitaria de nuestro país.

     Como dicen D. Stuckler y S. Basu en su nuevo libro, la austeridad mata. Yo añadiría, mata no sólo porque hace más pobres a los pobres, sino porque aumenta la desigualdad.  Y así dice Joan Benach: “es revelador constatar que ser pobre y vivir en una zona rica puede ser mas dañino para la salud, que ser aún más pobre pero estar rodeado de pobreza”.

 

 Asociación para la defensa de la sanidad pública Mayo 2015

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