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Estamos en plena polución electoral, los mensajes que recibimos de nuestros pregoneros patrios están repletos de altisonantes improperios, donde las energías se dirigen a desmontar los proyectos del otro, más que a defender los propios. Es un eco repetido (no le da a ustedes la impresión al observarlo de un deja vu perdón ,»esto me suena») y a esa intensidad de emisión, los receptores, los ciudadanos sólo captan los gestos mediáticos o sencillamente pasan del asunto, porque el análisis del mensaje en estos momentos es esfuerzo vano, los intereses actuales alejan la realidad futura.
La vida sanitaria pública no escapa de esta vorágine, coinciden todos en considerarla un gran logro, incluso se siembran al aire de las grandes audiencias nuevas prestaciones y servicios, el como, ahora no importa, habrá tiempo para maquillarlo.
Tendríamos que pensar en el coste de lo prometido, si repercutiría sobre la estabilidad del sistema, asignar nuevos recursos sin afianzar los existentes es crear gigantes con pies de barro.
Se están abriendo brechas importantes en cuanto a prestaciones según las regiones, que hacen temblar lo de la igualdad y el derecho a la salud para todos, incluso se puede cuestionar si hemos ganado con las transferencias, al perder el orden y paternalismo central y dejarlo a merced de devaneos provincianos. Existen comunidades en las que el fantasma de la privatización avanza, amenazando un sistema construido por todos: concesiones, externalizaciones de servicios, convenios con otras clínicas para reducir listas de espera etcétera.
Por ello si queremos seguir disfrutando de nuestro querido status sanitario, se deberían marcar los límites, cuestión casi imposible en estas fechas de diarreico parloteo. Habrá que hacer lo que dicen los sabios de la calle: votad al que menos promete, así te sentirás menos defraudado.
Los ciudadanos, son los espectadores de esta obra teatral, en la que el mercadeo de ideas repiquetea en el ambiente, pero se convierten en los protagonistas en el instante más importante, el del desenlace final, el momento de votar.
¡Que de salud les sirva!

 

Antonio Julián.

Publicado en «El Adelanto», 1 Marzo 2008

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