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Llegan tiempos de elecciones y gran parte de los partidos políticos en un intento de agradar a corto plazo a la mayoría de la población, han comprado la tendencia neoliberal de los últimos años y dicen en sus mítines y entrevistas que cuando ellos gobiernen bajaran los impuestos. Cuesta mucho encontrar un partido que incluya de forma abierta entre sus promesas electorales el aumento de impuestos.

Pero estos mismos partidos hablan a su vez de mejorar la sanidad, la educación, la atención a los mayores, las jubilaciones…

Imposible hacer más con menos. No se puede decir que se van a bajar los impuestos y a la vez se va a invertir más en sanidad pública.

Debemos ser conscientes de que una bajada de impuestos conlleva indefectiblemente una disminución de las inversiones en beneficio público y la privatización de determinados servicios. ¿Quién gana con ello? En sanidad nos intenta hacer creer que es más barato privatizar los servicios sanitarios, y lo hacen en unas ocasiones abiertamente como en el caso Alzira, o en otras de forma más sibilina, sin que se note, como se está haciendo en Castilla y León. En nuestra autonomía con la disculpa de mejorar las listas de espera, se aumentan los presupuestos para externalizaciones y se concierta la atención sanitaria con empresas privadas, en vez de potenciar soluciones desde el sistema público tanto en atención primaria como especializada. Salamanca es un ejemplo palpable, donde la concertación de la atención a pacientes de sacyl en hospitales privados, está llegando a niveles donde ya no se sabe dónde acaba lo público y empieza lo privado.

Por el contrario un aumento de impuestos, que por supuesto debe ser de forma proporcional a los ingresos tanto de individuos como de pequeñas y grandes empresas,  nos permitirá invertir más en sanidad púbica para hacerla más sostenible.

Otra cosa es cómo se debe invertir los presupuestos en sanidad pública de forma eficiente. Sin duda es imprescindible retomar y aumentar la inversión en sanidad, pero también es imprescindible, acabar a su vez con las bolsas de ineficiencia actuales que los gobiernos anteriores no han hecho más que aumentar, descuidando la sanidad pública y potenciando la privada. Lo uno sin lo otro no tendría ningún efecto.

Este es el momento. A la hora de votar no nos puede mover el deseo de castigar a una determinada tendencia política, no podemos votar con las tripas, debemos ser muy conscientes de que en realidad lo que estamos decidiendo es qué políticas sanitarias queremos que se sigan en nuestro país en los próximos años. Y si lo que queremos  es tener una sanidad pública fuerte, saludable y con futuro, debemos pensar a quien votar a la hora de ejercer nuestro máximo derecho como ciudadanos.

José Generoso Gómez Cruz

Publicado en Crónica de Salamanca

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