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 La falta de moral de los gobernantes -y lo digo en sentido amplio- es inabarcable.

Ahora que vivimos malos tiempos, parecen preocuparse por los gastos innecesarios, por la eficiencia de los servicios, por consumos injustificados… Lo hacen con criterios más de oportunidad que técnicos. Más de apariencia que de justicia. Más de posibilidad que de eficacia. Pero parece que quisieran preocuparse.

 

Digo al principio inmoralidad de los poderes públicos, porque inmoral e incívico es preocuparse ahora y no haber querido preocuparse y resolver este derroche de recursos públicos antes. Era su obligación, no lo olvidemos; precisamente para eso son elegidos los gobernantes y para eso está la Administración del Estado.

Hablemos ahora de sanidad. Ineficiencia es no medir bien lo que obtenemos con lo que invertimos; es generar demoras injustificadas y listas de espera inaceptables; es publicitar que se está haciendo bien lo que es mediocre. Ineficiencia es recortar lo fácil y no lo importante; es gestionar para superar el día a día sin querer entrar en los problemas reales del modelo; es que los intereses personales de los responsables primen sobre los intereses colectivos. Ineficiencia es consentir que los poderes fácticos determinen las decisiones en lugar de adoptarse sobre criterios técnicos; es no adoptar decisiones adecuadas para no tener conflictos con los que mandan.

La ineficiencia pues, no es solo no obtener un bien, al mejor coste. Hay una vertiente mucho más amplia, más difícil de apreciar y de poner en evidencia, que el mero análisis económico de producción.

Y esto, la importante ineficiencia de nuestro sistema sanitario, a quien en definitiva acaba dañando al final de la cadena, es al débil, al que debe soportar la espera a pie firme, sin tener algún conocido a quien recurrir, un enchufe del que echar mano, al que no recibe un servicio sanitario a tiempo, o ni siquiera llega a recibirlo.

La ineficiencia en definitiva limita o impide el acceso a la sanidad al ciudadano anónimo en condiciones de igualdad.

Miguel Gonzalez Hierro. El Adelanto 28 Abril 2013

 

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