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Dos elementos claves en el retroceso del Nivel Primario en el sistema
1.- Abandono de los planes de mejora
Además de los recortes de gasto, el Gobierno paralizó el desarrollo la Estrategia AP 21, consensuada por el gobierno de Zapatero con todas las organizaciones profesionales, y que estaba destinada a corregir los problemas y deficiencias que soportaba el Nivel Primario, en cuya elaboración colaboraron más de 90 expertos de sociedades científicas, comunidades y asociaciones de pacientes. La AP 21 constaba de 44 estrategias agrupadas en 5 bloques orientados a la mejora de la calidad, la capacidad de resolución, la continuidad asistencial, la participación y el desarrollo profesional y la eficiencia en la gestión, todo ello dirigido a mejorar la calidad asistencial y su capacidad resolutiva, para cuyo despliegue el Ministerio de Sanidad presupuestó 24 millones de euros.
La estrategia contemplaba construir nuevos centros de salud; incrementar el personal hasta alcanzar unos ratios de personal facultativo y de enfermería de 1.250 personas; aumentar el prepuesto de la AP hasta llegar al 25% del total; facilitar a los profesionales el acceso a los recursos diagnósticos en las mismas condiciones que los hospitales (mediante protocolos comunes); y la reducción de la actividad burocrática, que actualmente ocupa el 30% de la actividad del personal médico. La paralización de este ambicioso proyecto muestra la total ausencia de interés del Gobierno de Rajoy por la Atención Primaria a la que condena al deterioro y a la obsolescencia.

2.- Sometimiento de los Centros de Salud a las gerencias hospitalarias.
La creación de las Gerencias Integradas de Área supuso la desaparición de las gerencias de Atención Primaria (AP) que han sido absorbidas por las estructuras de gestión de los hospitales de área. La AP ha quedado relegada a realizar un control de los llamados Procesos Asistenciales, algo imposible de realizar dada la falta de poder, prestigio y liderazgo de la Medicina de Familia con respecto a los servicios hospitalarios.
En este nuevo modelo el Ministerio de Sanidad ha asignado al nivel primario el papel de portero del sistema (y de sus centros hospitalarios), con la finalidad de seleccionar pacientes y patológicas para los hospitales atendiendo a criterios de control del gasto y rentabilidad económica. Este papel es clave para que los centros hospitalarios puedan competir entre si, discriminando procesos y pacientes según rentabilidad económica, algo que tiene poco que ver con las necesidades de salud de la población.
Los bajos presupuestos, los déficit de personal, los obstáculos para acceder a los recursos diagnósticos y el sometimiento de los centros de salud a las gerencias de los hospitales, relegan la AP a un papel subalterno dentro del sistema.
Las nuevas Unidades de Gestión Clínica que pretende introducir el gobierno con el apoyo del Foro de la Profesión, son estructuras acogidas al modelo de gestión empresarial, con plena autonomía, presupuesto propio y capacidad para vender sus productos en un mercado sanitario interno, son un nuevo intento de marginar el papel de la AP dentro del Sistema a la que se asigna la función de cribage de pacientes y patologías.
VER DOCUMENTO COMPLETO para Resultados y consecuencias de esta situación y planes y PROPUESTAS desde la FADSP para recuperar la Atención Primaria

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