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Hemos escuchado en los últimos tiempos ruido sobre «devolver al Estado las competencias de sanidad».

Es triste que se plantee esta devolución solo ante una época de vacas flacas, cuando empieza a escasear el efectivo para seguir gestionando como nuevos ricos, que ha venido a ser el modo en que se vienen gestionando los Servicios Regionales de Salud.

Debemos remontarnos a los orígenes. Volver a reflexionar sobre los dos hechos trascendentes que dan origen al Sistema Nacional de Salud. Dos hechos que en cierta medida son antitéticos, contradictorios entre sí.

Se crea el SNS para acabar con un estado de cosas en la sanidad caótico, ingestionable, ineficaz e inequitativo. La definición que mejor describía el final del sistema de seguro social, era «fragmentado».

El otro hito es la Ley General de Sanidad que se funda en querer superar desigualdades entre territorios y personas y acabar con la fragmentación existente. Además de otras fundamentaciones teóricas de gran alcance. El caso es que fruto de la concepción de nuestro estado como «autonómico», fórmula inédita que se eligió para frenar las veleidades más extremas de los territorios con mayores pretensiones nacionalistas, la organización de la sanidad también debía seguir este modelo constitucional, autonómico.

Con lo cual aquella idea de superar fragmentaciones lo hacía llevando en su seno un germen de nueva fragmentación del sistema sanitario como el tiempo va demostrando.

Hay y habrá que hablar más de la conveniencia y de la capacidad de mantener un SNS basado en 17 Servicios Regionales. Pero hay que hacerlo a la luz de la justicia social, de la equidad, de la eficiencia y de las mejores posibilidades de garantizar la salud a los ciudadanos, y de las posibilidades económicas reales del país, no desde la cuita política puntual, ni desde la pretensión de mantener situaciones clientelares mientras hay dinero.

Una revisión rigurosa de los indicadores obtenidos por los SRS pone de manifiesto profundas desigualdades en gasto y en resultados, y esto es grave, hay que discutirlo.

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