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En una ciencia donde han existido figuras notables en el campo del humanismo, que se ha postulado más como arte que como ciencia, donde la cercanía a la persona y la confianza tienen un elevado valor terapéutico, en la medicina, estamos perdiendo pie en el terreno de las relaciones humanas.

El avance científico es innegable y poderoso, pero ha ido desacompasado de un progreso equivalente en el plano humano, de las relaciones médico-paciente, del impulso de valores humanos en la clínica, de las habilidades de comunicación con el enfermo, de la enseñanza a la aproximación anímica al paciente.

Incluso el desarrollo de aspectos próximos a estos conceptos, como la bioética o derechos de los pacientes, se vienen a hacer desde un plano casi contractual, algo deshumanizado, desde una teorización distante de la persona.

Si a esto añadimos el cambio operado en la profesión médica, que ha pasado del ejercicio libre a ser un asalariado regido por relaciones de tipo funcionarial, pueden estar sembradas condiciones para una atención que aun correcta desde el plano técnico, no sea tan satisfactoria desde la vertiente humana.

Formamos a los médicos adecuadamente desde el rigor científico, en la universidad y en la especialidad, pero es ahí donde más importante sería -por efectivo- mejorar, o más bien introducir, la formación en aspectos humanísticos. En estas etapas, singularmente durante la especialización, en contacto directo con el paciente y la realidad asistencial, donde debe introducirse un fuerte componente formativo en humanismo, en valores humanos, en comunicación, en servicio orientado a las personas… La formación en esos valores en esa etapa condicionará una práctica adecuada en este sentido durante su vida profesional. Cambiar actitudes más tarde, es más difícil.

Que ya existe un catálogo de derechos del paciente, es cierto. Que hay un marco legal de la autonomía del paciente, es verdad. Faltaría más que a estas alturas no se contemplasen, pero debemos ir más lejos, acercar los valores del humanismo al ejercicio médico. Lo agradeceremos todos.

 

Miguel González Hierro

Pubicado en «El Adelanto», 25 Abril 2009

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