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Cuando se habla de gestión sanitaria inevitablemente se piensa en la gestión administrativa, es decir, en la gestión económica y en la de recursos técnicos y humanos. Esta parte de la gestión está, o debería estar en manos de profesionales administrativos, economistas o técnicos. Se olvida, sin embargo, que una parte importante de la gestión sanitaria es la gestión clínica, que necesariamente deben controlar los profesionales sanitarios. La gestión clínica, dicho de forma simplista, consiste en analizar y comparar resultados en función de los medios y métodos utilizados.

Para que haya una buena gestión sanitaria, es imprescindible el aspecto clínico, por lo que el profesional, como principal responsable del gasto sanitario, debe implicarse en estas tareas de gestión, lo que es visto con frecuencia con recelo por parte de los médicos. En otra ocasión ya dijimos que el médico debe ser capaz de evaluar las consecuencias físicas, psíquicas y económicas de sus actos médicos.

Indudablemente, ambos tipos de gestión, la administrativa y la clínica, han de estar estrechamente vinculadas si se pretende conseguir los objetivos finales: prevenir la enfermedad y restaurar la salud con el menor costo posible.

 

Pablo de Unamuno.

Pubicado en «El Adelanto», 3 Julio 1999

 

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