Por lo que nos dicen, de lo que se trata es de «mejorar lo que es de todos», pero si uno se introduce de forma reflexiva en sus bien cuidadas 202 páginas, las dudas te empiezan a asaltar por todas las esquinas. Nadie podría estar en desacuerdo con sus enunciados: «orientar los servicios a los ciudadanos», «mejoras continuas de la calidad asistencial», etc.; pero no nos explican por qué se han olvidado de la prevención de la enfermedad y la promoción de la salud, ni nos explican como se mejorará la calidad, si se limitan las prestaciones económicas y se precarizan y empeoran las condiciones laborales de los profesionales sanitarios.
Hay un apartado especialmente importante en el PE, la pretendida «creación de un mercado sanitario regulado», que en realidad es un «mercado abierto o mixto» que introduce la competencia público – privado. Los problemas del mercado sanitario son conocidos, entre otros la dificultad de definir el propio producto sanitario y sobre todo la posibilidad de «seleccionar riesgos», permitiendo al capital privado quedarse sólo con los aspectos rentables de la asistencia sanitaria. Posiblemente con todo ello no ganemos en eficacia, pero si es seguro que vamos a perder en equidad. Es un poco la reforma de la Sra. Thatcher, ahora que Tony Blair, el amigo del Presidente, propugna una marcha atrás y «una vuelta a la coordinación y cooperación planificadas del sector público».
El INSALUD tiene un plan y la Plataforma para la Defensa de la Sanidad Pública está empeñada en informar a la población sobre su existencia y sus peligros. Para ello ha organizado un debate en el salón de Caja Duero, en la Plaza de los Bandos, el día 26, martes, a las 19,30 h. Será bueno estar allí y decir en alto que no todo puede someterse a las leyes del mercado, que la sanidad es un derecho y no una mercancia.
Aurelio Fuertes.
Pubicado en «El Adelanto», El Adelanto 28 Mayo 1998