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El famoso «copago» es un debate abierto en nuestra sanidad pública desde hace tiempo, ahora se ha transformado en una amenaza. El paciente debe pagar una parte de los servicios que recibe, el sistema actual contempla que los trabajadores paguen una parte del costo de sus medicamentos, independientemente de su situación económica actual, salarios, paro y para algunos ya es difícil hacer frente a esos gastos, se trata ahora de ampliarlo a pensionistas y a otras prestaciones como consultas, estancias.. 

Antes se proponía para controlar el abuso que se hacía de los servicios públicos, eso refleja un fallo en la gestión, porque los limites no se marcaban, no sólo no se priorizaron servicios sino que al contrario cada vez crecían más las prestaciones sin aumentar recursos. Incluso por parte de los propios profesionales, se aplaude la instauración de estas medidas bien por la incapacidad de control o porque no había un respaldo real por parte de la administración para tomar ciertas medidas.

Ahora en época de crisis es cuando se le ha puesto como paradigma de control de gasto.

En el gasto farmacéutico intervienen muchos factores; no todos los medicamentos financiados son esenciales, la obligación de recetar por principio activo evitaría «intereses extraños», hay falta de acuerdo terapéutico entre los propios profesionales, además hemos virado hacia un modelo asistencial mas costoso de mantener, olvidando la labores preventivas más fructíferas y rentables a largo plazo.

El mayor logro de nuestra sanidad se basa en la equidad y accesibilidad a todos los servicios, es cierto que muchos hacen mal uso, pero con medidas de este tipo los que van a perder, sin lugar a dudas serán los que tengan menor disponibilidad económica y los más enfermos.

Se imaginan personas con 6 o 7 medicamentos crónicos, con pensiones ridículas, con visitas frecuentes a especialistas lo difícil que les sería hacer frente a esos gastos. El que dispone de dinero le podría dar igual y el que no lo tiene podría elegir que medicamento no tomar, ahí se acabó la igualdad y la justicia.

Antonio Julián. El Adelanto 12 Junio 2010

 

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