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Días atrás un compañero ha hecho publica una carta en la que reflejaba valientemente una situación alarmante, algunos pacientes no podían acceder a determinados tratamientos necesarios para su salud, pues los escasos recursos que disponían él y su familia los priorizaba para comer, pues la cuantía de la medicación prescrita que debía pagar, le llevaba gran parte del exiguo presupuesto mensual disponible.
A partir de este planteamiento empiezan a aparecer varias contradicciones:

En la época de crisis en la que estamos en vez de aumentar las ayudas socio sanitarias a los desfavorecidos, las disminuimos y aparecen las restricciones, los copagos etc.
La cantidad a pagar esos fármacos es la misma aunque la renta personal de los individuos sea distinta, esa diferencia es de miles de euros anuales en determinadas situaciones, pues no todo el mundo que cobra prestaciones mínimas están exentos del pago de medicamentos.
Hay pacientes que pueden acceder a técnicas caras (diálisis, intervenciones en vasos coronarios.) que las cubre el sistema sanitario publico pero no tienen para pagar medicamentos para que esos procedimientos sean efectivos.
No siempre es aceptable la excusa de que hay medicaciones más baratas, el seguir criterios de calidad según las guías clínicas existentes, en determinados casos obligan a su cumplimiento, pues de lo contrario crearíamos una situación de inequidad entre los que pueden pagar los fármacos mas caros y los que no.
El consejero asegura, muy en su papel, que es un caso puntual, la realidad es que los profesionales sanitarios (médicos, enfermeros y sobre todo los trabajadores sociales) nos encontramos frecuentemente con situaciones parecidas en nuestro quehacer diario, ese es el quid de la cuestión, si el que gobierna y gestiona, no reconoce el problema, como lo va a solucionar.
El dilema es: o le hacemos caso al político que dice que todo va a mejor, o le hacemos caso al profesional que se preocupa por la salud y bienestar de sus pacientes.
Ustedes eligen.

Antonio Julián 18 Mayo 2014 También en La crónica de Salamanca

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