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A Salamanca no», así rezaba un pancarta que ante las puertas del Hospital Nuestra Señora de Sonsoles de Ávila, portaban pacientes y familiares de enfermos de cáncer que se ven obligados a viajar a Salamanca para recibir tratamiento ante la falta de especialistas en su ciudad. Mientras que en Ávila no hay ningún oncólogo, el Servicio de Oncología del Hospital Universitario de Salamanca cuenta con 10 especialistas en Oncología Médica y 9 Médicos Residentes, una planta de hospitalización de 28 camas y un Hospital de Día compartido con el Servicio de Hematología. No quiere esto decir que en nuestra capital sobren oncólogos, ni mucho menos, me consta que están realizando un sobreesfuerzo para atender a un número cada vez mayor de enfermos, pero sí es un ejemplo claro de cómo las inequidades en salud se van extendiendo por el Sistema Sanitario Público.
Inequidad -una palabra que, por cierto, ni siquiera viene en el diccionario, quizá debido a la poca importancia que se le ha dado al problema- es lo contrario de equidad y puede significar muchas cosas. Podemos quedarnos con una definición sencilla: diremos que existe inequidad en salud si tenemos una desigualdad evitable, innecesaria e injusta (Margaret Whitehause, OMS Europa). Por otra parte, la Declaración de la Liga Europea contra el Cáncer dice que «los pacientes de cáncer tienen derecho a tener igualdad de acceso a los tratamientos» y la Constitución establece la igualdad de trato y de acceso a los recursos sanitarios.
Aunque las transferencias sanitarias han acercado la gestión a la realidad cotidiana, algo se ha hecho mal cuando, cada vez más, se está poniendo en peligro la equidad sanitaria de los ciudadanos españoles, no sólo a nivel local, sino también entre las autonomías.
Corresponde a los agentes sociales (Administración, profesionales y pacientes) afrontar de manera democrática el problema para evitar que se produzcan desigualdades evitables, innecesarias e injustas en materia de tanta trascendencia como la salud. A Salamanca sí y a Ávila también

 

José Luis Garavís.

Pubicado en «El Adelanto», 1 Noviembre 2008

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